Esta es la historia de Buck, un perrito que fue atropellado y dejado a su suerte, que tuvo la fortuna de que esa misma noche Silvana había tomado un camino distinto al habitual para volver a su casa.
El destino quiso que se encontraran y así poder darle una oportunidad de sobrevivir a este chiquito.
Aquella noche Silvana salía del gimnasio y algo dentro, una sensación, hizo que en vez de tomar el camino habitual para volver a su casa, vaya por otra ruta que no solo era más larga, sino que jamás la tomaba. Esa decisión le salvaría la vida a Buck.
Cuando Silvana llegó al lugar del accidente, vio un bulto en la calle y un chico a su lado que lo miraba. Se acercó a ver qué sucedía y resultó ser Buck que había sido atropellado hacía pocos segundos.
Era un viernes a la noche en el pueblo y ya no había veterinarias abiertas, y menos para una urgencia de esas características.
La gente se iba amontonando y se impresionaba al ver su estado: Buck tenía los ojos salidos de su órbita. Silvana lo agarró y lo llevó a la vereda para ponerlo a resguardo y ver si tenía alguna herida más en su cuerpo. No observó ninguna otra herida, solo el impactante estado de sus ojos.
¿El conductor del auto? Se fue sin siquiera parar para ver cómo estaba el perro que acababa de atropellar.
Inmediatamente después mirar si tenía alguna otra lastimadura, Silvana llamó a su prima veterinaria, Fran, quien al recibir la foto de Buck se puso en campaña con sus conocidos veterinarios para ver quién podría ayudarlo. Sabía que no podían esperar, había que operar ya.
El único que contestó positivamente fue Héctor, quién no solo accedió a abrir su veterinaria y el quirófano, sino que, con la ayuda de Fran, lo operaron de urgencia para tratar de salvarlo.
La operación salió bien, Buck la resistió que era lo que más preocupaba. Si bien lo más difícil ya había pasado, ahora restaba saber cómo iba a responder las siguientes 48hs del post operatorio, que se sabe que son las más críticas.
Con respecto a sus ojos, uno finalmente lo perdió y al otro pudieron salvárselo. Solo restaba esperar a que cicatrice la herida para saber si había perdido la visión o no.
Alrededor de las 12 de la noche se fueron de la veterinaria. Exhaustos por la operación y el largo trajín, cada uno retornó a su casa. Buck se fue a la casa de Fran, donde pasaría las siguientes semanas.
Los primeros días fueron muy complicados. El día después del accidente estuvo en shock y se lo trató con fluidoterapia. Además no tenía apetito y lloraba mucho del dolor, por lo que había que tenerlo con analgésicos fuertes y sedantes.
Ese mismo día empezó con bradicardia (frecuencia cardiaca baja) y bradipnea (frecuencia respiratoria baja). Fran se la vio complicada, lo estabilizó y esperó a que respondiera a la medicación, algo que por suerte sucedió.
En los siguientes días comenzó a sentirse mejor, ya se levantaba y de a poco comía y bebía con normalidad. Fueron días muy difíciles donde mejoraba y decaía muy rápido, costaba encontrar estabilidad. Cosa que terminaría logrando con el correr de las semanas.
Finalmente quedó ciego del ojito que le quedó. A pesar de eso, nada le impide realizar una vida normal y ser feliz. Cuando camina no se choca con nada y se maneja super bien.
Después de varias semanas de recuperación y con mucho amor y cuidado por parte de Fran, Buck fue adoptado por una familia de la zona.
Hoy por suerte disfruta de la vida, la playa, los mimos, el amor y el calor de una familia.
A pesar de todo lo malo que le había sucedido hasta el momento del accidente, todo cambió para él cuando Silvana, Fran y Héctor, decidieron involucrarse y salvarle la vida a este chiquito.
Involucrarse, siempre hace la diferencia. El amor sana y cura, y Buck es testigo de ello.