En la Historia Perruna del día de hoy les presento a Cholo.
Esta es la historia de un perro callejero que fue atropellado en el barrio de Pompeya y, durante dos días, estuvo tirado en el mismo lugar sin que nadie lo asistiera. Lucía, quien se cruzó con él, no fue indiferente y se preocupó e hizo todo para que este mejorara.
Después de varias semanas, junto a Lucía y la ayuda de mucha otra gente, pudimos hacer que cholo Cholo tenga la vida hermosa que merecía.
Los invito a conocer su historia.
Nos remontamos a fines del 2018, casi inmediatamente después de que Mili fuese adoptada, cuando Lucía volvía a su casa desde el trabajo cuando se cruzó por primera vez con Cholo. Estaba tirado en la vereda, desnutrido, con una herida grande en la pata y sin moverse.
Ella fue a su casa y volvió con agua y comida para él, pero este no quiso saber nada con comer o tomar algo. Tampoco la dejaba acercarse mucho ya que desconfiaba. Intentó que alguien la ayude con el traslado para llevarlo a una veterinaria pero nadie se ofreció.
Al otro día Cholo seguía tirado en el mismo lugar y en la misma posición, lo que alertó mucho más a Lucía quien se comunicó conmigo para ver si podía darle una mano. Publiqué el caso para ver si gente de la zona podía hacer algo, pero no tuve respuestas positivas. Así que arreglé con ella y fuimos a buscar a Cholo para llevarlo a la veterinaria.
Cuando llegamos estaba tirado, muy decaído, pero en cuanto intentábamos acercarnos, nos mostraba los dientes. No sabíamos qué tan grave era la herida y si estaba fracturado o no. Nos comunicamos con varios veterinarios para ver si alguno podía venir a darnos una mano, tal vez dándole una inyección para el dolor, pero nadie vino. Era de noche, la zona muy fea y nadie quería tomar el riesgo. Nos la tuvimos que arreglar solos.
Despúes de casi una hora, y de esquivar múltiples tarascones, pudimos ponerle la correa. Una vez asegurado, lo envolvimos en una manta, lo cargué a upa y lo puse en el asiento trasero del auto donde viajó muy tranquilo junto a Lucía.
Ya en la veterinaria lo atendieron, le aplicaron algunas inyecciones y lo dejamos internado.
Siempre recordaré a Cholo como una de las miradas más tristes que vi en todos estos años ayudando perros. Una mirada desgarradora que decía “basta, no quiero seguir más”.
Al día siguiente le hicieron análisis de sangre y las radiografías de cadera.
Los análisis de sangre mostraron que los glóbulos blancos estaban muy elevados, por una infección en su pierna debido al golpe recibido cuando lo atropellaron. También se le diagnosticó Ehrlichia (enfermedad infecciosa grave transmitida por las garrapatas) además de otros valores por debajo de lo recomendado.
La radiografía no mostró fractura, pero si pequeñas lesiones óseas en la zona del impacto.
A Cholo íbamos a visitarlo todos los días y, a medida que iba pudiendo, lo sacábamos a pasear. Era recomendación de los veterinarios que no se quede estático, sino que empiece a mover la pierna aunque le costase al principio.
Toda aquella desconfianza que nos tuvo el día que lo conocimos fue desapareciendo, así como también su mirada triste. De a poco Cholito se iba recuperando y en nuestras manos estaba poder encontrarle una familia mientras terminaba su recuperación.
Con el paso de los días su infección en el muslo iba mejorando, su caminar era casi normal, más allá de una leve renguera, y su estado general de salud era óptimo. Ya estaba listo para recibir el alta, pero no antes sin haberlo castrado.
Después de recibir el alta, Cholo pasó unos días en una casa de tránsito donde lo trataron como un rey. Fueron pocos días porque la buena noticia llegó rápido: una familia estaba interesada en adoptarlo.
Atrás quedó esa vida en la calle; esa vida de indiferencia, hambre y dolor. Ahora, después de tanto lucharla, le tocaba lo lindo: el amor, los juegos, los mimos, los paseos y comer todos los días.
Hoy Cholito es feliz, los días difíciles quedaron atrás y, al fin y al cabo, eso es todo lo que importa.
Gracias Lucía, María y todas aquellas personas que colaboraron para poder costear la internación y sus estudios. Hoy Cholo tiene una vida feliz por la solidaridad de la gente.
Toda ayuda, por pequeña que parezca, es parte de algo más grande que logra hacer una diferencia.
“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”.
Madre Teresa de Calcuta