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Coca y Gise: unidas para sanar

Coca

Esta es la historia de Coca una perrita callejera, muy deteriorada, que necesitaba un guiño del destino. Este no fue caprichoso y la puso en el camino de Gise, su humana, quién, a pocos días de superar un terrible accidente, se encontró con ella y comenzaron a sanar juntas.
El famoso refrán dice: Nunca falta un roto para un descocido. Dando a entender que las personas encuentran alivio y consuelo en quienes padecen una situación similar, como es el caso de Coca y Gise.


La primera vez que vi a Coca fue en la puerta de mi trabajo. Ella corría por la calle, entre autos y camiones, y pensé que era una rata. Era chiquita y con muy poco pelo, por lo que la distancia y su continuo movimiento me llevaron a la confusión.

Hacía algunos días que me reincorporaba después de un accidente que me dejó sin movilidad durante 3 meses, pero aún así me bajé corriendo del auto para tratar de agarrarla antes que la atropellen. Se la veía muy perdida, corría en cualquier dirección y después de seguirla un buen rato, se dejó agarrar. Tenía mucho miedo y estaba muy aturdida.

Una vez conmigo, la llevé al trabajo y la escondí en una habitación que nadie usaba, donde la dejé descansando tapada con una manta. Cada vez que iba a verla, dormía muy profundamente. Me preguntaba hacía cuánto tiempo no descansaba así de tranquila y abrigada.

  • Coca
  • Coca
  • En el parque
  • en casa
  • Coca saltando

Al principio me gruñía cada vez que intentaba acariciarla, estaba muy a la defensiva, pero a medida que iba a visitarla y le llevaba agua y comida, empezó a relajarse y a confiar en mi.
Durante los dos días que la tuve en la oficina, se portó de maravilla (el poco tiempo que no se la pasó durmiendo).

Una vez arregladas las cosas en casa, me la llevé para allá donde la esperaba Juanita, su hermana perruna. Con la ayuda de un veterinario amigo que la comenzó a tratar, Coca mejoró bastante. Venía a darle inyecciones semanales, además del antibiótico y los cuidados que me había encargado. Ya no se resistía a las caricias.

La adaptación con Juana fue excelente desde el primer momento, recibió a su nueva hermana con mucha alegría y mucho amor. Juana es una Salchicha Arlequin, y yo venía notando que sufría cuando nosotros nos íbamos a trabajar. Eso me hacía pensar constantemente en la idea de que tenga un hermanito, pero esta vez sabía que no iba a comprar, cosa que hice con Juana por falta de información al respecto de la vida cruel e injusta que se le da a los perros en los criaderos.

  • Coca y Juana
  • los 3 hermanos
  • los 3 hermanos descansando
  • Coca y Juana nadando

Hoy, a 4 años de aquel día, Coca es de la familia. Es la perra más feliz y agradecida del mundo, ama que le hagan mimos y se mete en mi cama cada vez que llueve porque le tiene miedo a las tormentas.

Cuando la encontré tendría unos 6 meses, en los cuales dudo que haya sentido alguna vez el calor de un hogar, el amor de una familia o la más mínima expresión de afecto.

Con Coca nos encontramos en un momento muy especial de nuestras vidas, un momento difícil donde ambas teníamos heridas y necesitábamos sanar. Creo que al vernos nos reconocimos y supimos que aquel momento había que transitarlo y superarlo juntas.

Cuando le cuento a alguien su historia y me dice que le salve la vida a Coca, yo le digo que no, que son ellos, los perros, quienes nos encuentran a nosotros y nos salvan. Nos permiten conocer su capacidad infinita de resiliencia, su amor incondicional y su entrega y confianza. Yo la amo incondicionalmente a ella y a sus hermanos perrunos Juanita y Pepe, el nuevo de la camada, que también fue rescatado de la calle.

Coca y Juana corriendo
Coca y Juana

Agradecimiento especial a Gise por compartir su historia y la de Coca.

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