Avena: Abandono y desidia
La historia de Avena está marcada por el abandono y la desidia, así como también por la importancia de una nueva oportunidad cuando todo está oscuro. Nos muestra cómo hay gente que piensa que los perros son simplemente “algo” para tener ahí, sin darse cuenta que son seres sintientes que necesitan cariño y amor. También se destacan el compromiso, la lucha y cómo, a veces, una mano salvadora, por pequeña que sea, puede cambiar nuestra realidad y hacernos ir del abandono a la felicidad.
¿Qué mejor manera de arrancar el 2021 si no es con una dosis de amor?
00:30hs del 1 de Enero de 2021. Estaba sentado charlando en familia y de espaldas a la reja que daba a la calle, cuando mi novia me dice “acaba de pasar algo blanco corriendo por atrás tuyo, creo que era un perro”. Automáticamente lo relacioné con los fuegos artificiales, que todavía sonaban en el cielo porteño, y pensé que de seguro se le había escapado a alguien (ya que es muy común que, ante el susto, los perros se escapen para estas fechas, como fue el caso de Lucas dos años antes). Le pregunté en qué dirección se fue: “Para la derecha”, me respondió.
Salí corriendo y, por fortuna, la divisé enseguida. Noté que no iba corriendo muy rápido, por lo que no me costó mucho alcanzarla. El problema estuvo que no tenía nada con qué asegurarla, ni siquiera llevaba cinturón como para improvisar una correa. Por lo que fui al trote al lado de ella hasta cruzarme con alguna cuerda o cable que me sirva para sostenerla y llevarla conmigo.
A las pocas cuadras encontré unas cintas, no muy resistentes, que pone la gente de la ciudad, que decían “peligro”. Corté un pedazo de cinta para usarla de correa, corrí nuevamente hacia Avena para se la envolvérsela en el cuello y la llevé conmigo.
Le costaba caminar, estaba muy sucia y llena de rastas, por lo que llegué a la conclusión de que estaba perdida hace bastante tiempo o la tenían en malas condiciones. Con el tiempo, preguntando y averiguando, me enteré que era de una perra de raza Samoyedo (oriunda de Rusia), y hacía mucho que andaba dando vueltas por el barrio.
Oveja, como la bauticé en un principio, pasó 2 días en la casa de mi mamá, que no estaba. Por lo cual, mi papá y yo, íbamos varias veces al día a verla. Los vecinos nos dijeron que estando sola nunca lloró ni ladró, lo que me dio mucha tranquilidad ya que era algo que me preocupada. Tampoco comió mucho, solo tomaba algo de agua.
Su carácter increíblemente dócil, me llamó la atención. Incluso llevé a mi perra en una de las visitas y se llevaron re bien, aunque Avena mucho no jugaba porque estaba muy débil.
Le cortamos un poco el pelo y, aunque se quejó por momentos, se portó muy bien.
En esos días, a través de las redes sociales, me contactó mucha gente preguntando por ella para saber cómo estaba y si necesitábamos algo. También dos chicas, ambas llamadas Mariana, se ofrecieron a darle tránsito y, si así yo lo consideraba, adoptarla. Esa nueva oportunidad, que la vida le estaba dando, de a poco iba tomando forma.
Llegó el turno de ir a la veterinaria, ya que los primeros dos días, al ser 1 y 2 de Enero, estuvieron cerradas y no podíamos hacerla atender. La revisaron y encontraron una deshidratación extrema, así como también una anemia importante. Le dieron algunas inyecciones y unos antibióticos para que tome las próximas semanas. También dijeron que tiene unos 8 o 9 años, por lo que es una perra adulta.
Una de las cosas que más me llamó la atención es que al momento de cortarle las uñas se dieron cuenta que estaban tan largas, que hacían dos vueltas en rulo y después se le incrustaban en la carne. Ahí comprendí el por qué caminaba mal, y por qué el día que la rescaté no corría rápido: vivía con constante dolor.
La cara de felicidad de Avena en su primer paseo con las uñas cortadas, no me la olvido más. El dolor se había ido y la esperanza de una vida feliz era una realidad.
Al ver el estado en que estaba, los de la veterinaria nos dieron un sobreturno para que pudiésemos bañarla y cortarle el pelo. ¡2 horas y media! es lo que le llevó a la chica terminar el baño y el corte. Nos comentó que al sacarle el pelo, se dio cuenta de que tenía una herida con mucha pus en la panza y mucho pelo pegado. Además nos dijo que en todos sus años trabajando en baño y corte canino, nunca había visto un perro con tantas garrapatas, ¡Cientos! ¡incluso tenía garrapatas en el ojo! Había quedado asombrada. Le sacó todas las que pudo, el resto se irían con el tiempo después de darle la pastilla anti pulgas y garrapatas.
Después de casi 2 meses de haber sido rescatada, Avena de a poco va ganando en confianza y felicidad gracias a sus mamás y a esta una nueva oportunidad para disfrutar de la vida como se merece.
Atrás quedaron el abandono y la desidia que conoció. La indiferencia, la falta de empatía y de compasión con la que creció. Hoy todo es paz, amor y felicidad.
A veces es necesario que alguien nos extienda una mano, o una pata, y nos ayude a salir del pozo en el que estamos. Todos merecemos una nueva oportunidad para ser feliz. Y así debería ser para cada animal y para cada persona, en cada rincón del mundo.
Maravilloso!! Emociona!!! FELICIDADES