En esta historia los roles se invierten: el perro salva a la persona.
Lucas es mi perro y esta es una experiencia que hemos vivido juntos. Aquí hablo de la importancia que él tuvo para mí en el momento más difícil de mi vida. Cómo llega a tiempo, cómo me acompaña y me termina salvando en todo sentido de la palabra. La historia la voy a dividir en dos partes: una introducción de cómo llegó Lucas a mi vida, y una carta abierta de mi parte hacia él.
Espero que les guste.
El 1 de enero de 2019 al mediodía saqué a pasear a mis perros como cualquier otro día. Lo distinto de esta vez fue que nos cruzamos a la vuelta de casa con un perro suelto, mezcla de ovejero. Lo primero que hice fue buscar si estaba el dueño en algún lado, ya que varios pasean a sus perros sin correa, pero no era el caso.
Llegué a la conclusión de que el perro estaba perdido, no solo por su aparente buen estado de salud, sino también por la pirotecnia de la noche anterior, que pudo haber sido un factor determinante para haberse asustado y escapado (como el caso de Avena y como los tantos que hay en las fechas festivas cada año).
Intenté hacer que se acercara, pero solo me miraba, no sé si por desconfianza o porque estaba con mis perros. Así que decidí volver a casa, agarrar una correa e ir a buscarlo.
Lo encontré rápido y por suerte me lo hizo fácil al dejarse poner la correa. Me lo llevé conmigo y, rezando que no sea violento, lo metí en mi casa donde mis perros, Hiena y Ramón no lo paraban de oler. Se integró enseguida.
Durante varios días lo publiqué por redes, pero nadie lo reclamaba. Al estar en tan buen estado no parecía que hubiese venido caminando desde lejos, por lo que seguí intentando. Varias personas que se contactaron conmigo concordaron con una descripción: se parecía a un perro que veían dormir con una familia en situación de calle, en la puerta de un supermercado cerca de donde lo encontré. Por lo que fui hasta allá para ver si estaban.
Cuando llegué había una mujer con sus hijos pidiendo comida. Me quedé hablando y le pregunté acerca del perro. Me dijo que ellos tenían un ovejero pero que se les había soltado la noche anterior. Le mostré la foto y lo reconoció enseguida. Le pregunté qué quería hacer con el perro, ya que al estar en la calle y no tener para comer, supuse que podría llegar a ser un problema no poder mantenerlo. Me dijo que, si me lo quería quedar, me lo quede, pero que lo cuide mucho. Le di mi palabra de que así sería y unas horas después le llevé al perro para que lo vea y se despida.
Antes de irme me pidió un solo favor: que lo siga llamando Lucas, porque ese era su nombre.
Intenté encontrarle una familia, pero nuestros caminos se habían cruzado para transitarlo juntos. Sobre todo, para lo que estaba por venir. Fue como si la vida me hubiese puesto a un ángel guardián en el momento exacto.
Ya empezaba a salvarme.
Los detalles de mi historia no importan, pero sí importa lo que yo sentía y cómo me sentía, para que tengan dimensión de por qué digo que me salvó en todo aspecto.
Durante unos meses Lucas estuvo de paso en varios hogares que lo transitaron. Algunos por pocos días y otros por semanas. Se habrá sentido muy confundido, perdido y sin entender lo que pasaba.
Su mamá iba a visitarlo siempre, pero seguramente tampoco entendía por qué no lo llevaba con ella.
En ese tiempo yo estuve solo, lejos de mi familia, de mis amigos, de mis perros y de mi mundo. En un estado que jamás había experimentado. Un nivel de tristeza y angustia que no se calmaban con nada.
Pero la vida ya había comenzado a mover sus hilos y las piezas del rompecabezas de a poco iban encajando.
Solo Dios sabe lo que pasaba por mi mente en aquellos días, lo que soporté, lo que aguanté; y por eso reencontrarme con vos me dio un propósito, algo nuevo para enfocarme en el presente y dejar de mirar tanto al pasado.
Mis decisiones dejaban de ser personales, ahora nos afectaban a los dos y no iba a permitir que nada malo te pasara.
Pero, como si fuese poco el momento que estaba pasando, se le sumó otra cosa horrible: Lucas se escapó.
¡Cómo olvidarme cuando te escapaste al poco tiempo de llegar! Fueron 5 días donde el mundo se me dio vuelta de nuevo, donde todo lo que había empezado a mejorar, se vino abajo. Fueron 5 días de angustia, llamándote día y noche, gritando, usando el silbato, durmiendo afuera por si volvías de noche. Salía a caminar por horas y horas, preguntando a la gente por vos y les mostraba tu foto.
Recuerdo también que en esas caminatas me preguntaba si no habías pasado ya por ahí, o si pasarías en algún otro momento. Entonces volví a casa, agarré la maquinita del pelo y me pelé. Junté todos esos pelos en una bolsita y volví a recorrer los kilómetros y kilómetros de camino, pero esta vez dejando mechoncitos de pelo para que, si pasabas por ahí, me huelas y puedas volver a casa conmigo.
Aunque costó mucho, todo eso dio sus frutos. Una persona llevó a la otra y recibí el llamado tan esperado: te habían encontrado.
Nos abrazamos, lloré mucho, te reté por irte, te besé, te seguí abrazando…no te quería soltar más.
Pasaron los meses y extrañábamos, anhelábamos, y todos los días te prometía que íbamos a volver a estar juntos en familia, con mamá y tus hermanos.
Fuiste lo único que tenía de mi vieja vida, aquella que parecía que nunca iba a volver.
Me diste amor, me cuidaste, me mimaste y jamás te quejaste de los constantes cambios y de la vida poco cómoda que llevábamos. Porque lo que importaba, lo único que realmente importaba, era que estábamos juntos.
En el transcurso conocimos nuevos amigos y algunos no tan nuevos. Compartimos nuestro tiempo con perros como Amador y Mierdita que nos ayudaron a transitar mejor nuestra aventura.
Más rápido de lo pensado (aunque pasó casi un año) volvimos a casa. Otra vez junto a tus hermanos y tu mamá. Volvimos a ser una familia unida y feliz.
Atrás quedaron los muchos lugares donde estuvimos, los lugares amplios y pequeños, los cómodos y los que dormíamos apretados. Atrás quedaron esos tiempos de aprendizaje, de angustia, de compañía, risas y llantos.
Jamás me va a alcanzar la vida para poder retribuir lo que hiciste por mí. Hoy abrazo a mamá y a papá, a Tati, a mis amigos y a tus hermanos y hermanas. Y todo es posible porque estuviste ahí conmigo.
Dar estabilidad, amor y un propósito a una persona TAN perdida es, literalmente, salvarle la vida. Y vos salvaste la mía.
Gracias, Luqui. Te amo.
Que hermosa historia, tremenda, profunda, envidiable para los que no la vivimos!! Historias de vida sin despedicio!! 💚💚
Hermoso! ❣️
=)
🥰🥰🥰🥰💪💪💪💪Yo te seguía cuando apareció Lucas en tu vida, cuando vino todo el desbarajuste despues y hoy sigo viendo tus publicaciones, y me alegro enormemente que hoy sigas compartiendo la cotidianidad con ellos
Muchas gracias, Aly! =)
Luchi..los hijos perrunos no están x casualidad, es causalidad.. Tu amor es puro..para ellos y muchos más.. tu misión de vida es estar..ayudando a todos los perritos abandonados, como mucha gente más!!! Sé,positivamente del amor incondicional y dedicación..Me emosiona y me enorgullece de vos y tu compañera de vida Tati..también.. hay muchas cosa que comentas que me estrujan el corazón..Seras guiado siempre x los seres de luz..ellos te ayudan en cada monto de tu vida, no estas solo en esto. Como tanta gente más.. tus historias de vida con los perros abandonados. Es mucho más larga, Dios, te va ayudar siempre..tu nobleza tu amor es inmenso. Tus historias de vida con cada uno de tus hijos perruno me hacen llorar…esta muy bueno lo que haces, para que la gente tome conciencia..de salvar a un perito o cualquier otro animalito, es comprender que ellis tienen una misión tambien con nosotros..seguí escribiendo..no dejes de hacerlo..me emocionaste ..que Dios te bendiga!!!